El paisaje castellano como protagonista en esta pareja de cuadros al oleo recién terminados.
Paisaje de Castilla
El paisaje de Castilla, árido y desamueblado, carente de muchas cosas que adornen el mismo y con poblaciones distantes unas de otras con mucho espacio para el paisaje siempre es algo que me ha interesado pintar.
El color de la tierra en una gama muy amplia de colores ocre y marrones tierra, colores pardos que cambian con las estaciones como los dos cuadros que presento aquí hoy.
En primer lugar y sobre estas líneas un paisaje que podría estar situado en muchos lugares y que no he querido aportar una ubicación exacta ya que no es necesario ya que sólo con ver los cielos altos y el horizonte lejano podemos intuir que se trata del tipo de paisaje que comentaba al principio.
Un par de en pequeñas encinas o carrascas como se las conoce en algunos lugares controlan la composición general del cuadro equilibrando toda la pintura.
En un serpentear de pequeños valles y vaguadas se alzan las pequeñas y no muy altas colinas por aquí conocidas con el nombre de tesos. Entre esta vegetación dura y resistente a este clima algo extremo la tierra de tonos ocres, blanquecinos algo calcárea aporta contraste a los tonos rojos, arcillosos o con algo de hierro en su composición de este paisaje.
El cielo también es gran protagonista en este cuadro ya que el paisaje de Castilla y el cielo van unidos sin duda.
Cuando nos asomamos a este paisaje y contemplamos el horizonte infinito es inevitable mirar hacia arriba, hacia ese cielo alto tan característico.
Paisaje de Torrevicente, Soria
En el siguiente cuadro un paisaje muy distinto. En este caso el papel protagonista de la composición de esta pintura es de un pequeño pueblo de la provincia de Soria que linda con la de Guadalajara. En esta zona entre estas dos provincias se encuentran bonitos paisajes.
Es un cuadro al oleo que he pintado por encargo recientemente y del que he utilizado una imagen que recibí para llevar a cabo dicho encargo.
Como curiosidad comentar que en este lugar en el que los chopos en otoño trazan una curva a lo largo de la hoz describiendo un camino de colores amarillos y ocres hoy sólo viven ya tres personas.
Este pueblo como tantos otros van desapareciendo poco a poco debido a que las personas han ido cambiando su lugar de origen por otro más cercano a las grandes ciudades donde les permita de algún modo cambiar de vida.
En cualquier caso queda el recuerdo de lo que fue en su día y por supuesto el paisaje que siempre es agradable pintar.